jueves, 24 de marzo de 2011

FRANCISCO DE MIRANDA

Sebastián Francisco de Miranda, también conocido como el Generalísimo, fue un hombre adelantado a su tiempo, con una gran visión de la posteridad de los pueblos de América Latina. Fue el primer visionario que entendió que América Latina, tenía que ser un solo pueblo, un solo país, aun cuando el concepto geográfico, político, económico, vivencial y emocional aún no existía. Sin embargo debía ser concebido, para de esta manera poder enfrentar con la revolución los embates colonialistas de aquel entonces y del futuro presente



Monumento a Miranda en la Vela de Coro, estado Falcón

A este Precursor de la Independencia de Venezuela e Hispanoamérica, se le ha reconocido mundialmente como "el primer criollo universal". Participó en los 3 acontecimientos magnos de su momento histórico: la Independencia de los Estados Unidos, la Revolución Francesa y la lucha por la libertad de Hispanoamérica. Visionó un concepto de América como unidad, bautizándola con el nombre de Colombia, o Colombeia. Continente que, según su ideal, abarcaba desde el Río Mississipí al cabo de Hornos.


CONTEXTO HISTÓRICO

En plena era colonial, la población bullía dividida desde muchos puntos de vista, no sólo el racial, sino hasta por la procedencia. Así entre los blancos los había peninsulares, blancos criollos y blancos "de orilla". Los peninsulares eran los nativos de la península Ibérica, ellos orgullosos y vanidosos, se creían blancos puros nada más que por razones de ubicación geográfica, siendo la realidad que los españoles eran y son un pueblo mestizo, crisol mezcla de muchísimas sangres decantado a lo largo de no mucho tiempo. Eso sí, enemigos del trabajo.

Los blancos criollos eran los hijos de los peninsulares nacidos en nuestra América y aunque el régimen colonial no les permitía acceder a grandes cargos políticos (que se reservaban para los peninsulares), eran ricos pues heredaron de sus padres el fruto de la explotación inmisericorde de la riqueza de América y entre nosotros de la explotación agrícola con los indígenas y los negros actuando como esclavos en el cultivo del cacao, café, añil y otros productos. Como era de esperarse, tampoco los criollos eran afectos al trabajo, pues las herencias de sus padres les libraban de tal necesidad. Es más, consideraban la riqueza proveniente del trabajo como algo deshonroso, algo que necesitaban quienes no tenían estirpe.

Los blancos "de orilla" eran los canarios provenientes, como su nombre lo indica, del archipiélago africano de Las Canarias. Eran tratados como gentes de segunda categoría y, por haber venido después de la dominación de nuestro país, carecían de los "títulos nobiliarios" obtenidos durante la dominación de América, por tanto, no tenían nada qué heredar, por lo que debían trabajar, lo que permitió a muchos de ellos llegar a la abundancia. 

Bajo este contexto político y social,  nació  Francisco de Miranda en Caracas, el 28 de marzo de 1750. Sus padres fueron Sebastián de Miranda Ravelo, un comerciante proveniente de las Islas Canarias, y Francisca Antonia Rodríguez de Espinoza, caraqueña.  A los doce años inicia estudios en la "Clase de Menores" de la Universidad de Caracas. Desde 1764 a 1766 cursó la "Clase de Mayores", profundizando sus conocimientos, obteniendo el título de Bachiller en 1767.

Un acontecimiento que marcaria la vida del joven Francisco, lo fue sin duda alguna, la actitud asumida por la oligarquia mantuana; sobre su señor padre y su familia, actos  de discriminación al efectuarse el  nombramiento de Don Sebastián como Capitán de una Compañía de "blancos isleños" en 1764, esto produjo un fuerte rechazo de la sociedad "mantuana", expresión del conflicto que enfrentaba a los “blancos españoles y a los "blancos criollos", preámbulo de la lucha de Independencia Hispanoamericana.

Ante tal circunstancia, decide en 1771 marcharse a España para servir al Rey y  para completar sus estudios. Ingresó al ejército donde obtuvo el grado de Capitán del Regimiento de Infantería de la Princesa. Prestó servicios en el Norte de África, sobresaliendo por su talento y coraje en la guerra contra los moros. Tenía increíble facilidad para aprender idiomas. Logró hablar fluidamente el francés, ingles y alemán. En 1780 fue enviado a la guarnición de Cuba, como ayudante del Coronel Cajigal, destacando rápidamente por su capacidad. Pero la envidia y las intrigas de algunos oficiales españoles le hicieron caer en desgracia, quienes le acusaron de conspirar contra la Corona de España.

Fue llevado a la cárcel, de la que salió por los buenos oficios de su amigo el Coronel Cajigal. De la Habana emigró a los Estados Unidos, donde participa en la Guerra de la Independencia, comandando tropas españolas para aplacar a insurrectos estadounidenses en La Florida y Mississippi. En ese país conoció, entre otros, a George Washington, Thomas Paine, Alexander Hamilton y Thomas Jefferson.


En 1791, Miranda tomó parte activa en la Revolución Francesa. En París, se hizo amigo de los girondistas Jacques Pierre Brissot y Jérôme Pétion de Villeneuve, y sirvió brevemente como general en la una sección del Ejército revolucionario francés que lucho en la campaña de 1792 para conquistar los Países Bajos llegando al grado de Mariscal de Francia, bajo el mando de Charles François Dumouriez.  Arrestado varias veces durante el reinado del terror, Miranda fue amenazado con ser deportado después una medida del Directorio de la Dinastía Borbón y los Girondistas. A pesar de todo, su nombre permanece grabado en el Arco de Triunfo de París que fue construido durante el Primer Imperio Francés.  Miranda tenía un hogar en Londres, donde Compartió su vida con su ama de llaves y eterna compañera, la inglesa Sarah Andrews, con quien tuvo 2 hijos: Leandro, nacido en 1803 y Francisco nacido en 1805.


Miranda participó directamente en la Revolución francesa por lo cual le fue otorgado el título de Héroe de la Revolución y Mariscal de Francia. Es el único americano que tiene su nombre grabado en el Arco del Triunfo en París

  
En 1805, hace sus preparativos para marcharse. Redacta su testamento, nombrando por albaceas a sus amigos John Turnbull y Nicolás Vansittart. Ordena que su archivo Colombeia sea trasladado a Caracas, lega sus clásicos griegos y latinos a la Universidad de Caracas y sus demás bienes situados en Caracas, Londres y París a sus hermanas y sobrinos, para que sean aplicados a la educación de su hijo Leandro, y para su mujer Sarah Andrews.

En 1806, viajó a Los Estados Unidos en busca de ayuda para su expedición militar emancipadora a Venezuela. Con una tripulación abigarrada, formada por vagos y maleantes de los muelles de Nueva York, norteamericanos, austríacos, franceses, polacos, etc., sale Miranda el 2 de febrero de 1806. Diecisiete días más tarde llega a Jacmel, Haití. Aquí, a bordo del bergantín Leandro, Leander (en honor a su hijo Leandro), Miranda enarbola por primera vez la bandera venezolana: amarillo, azul y rojo. Hace que todos aquellos «soldados» juren fidelidad a esa bandera y al libre pueblo de Sudamérica. Era el 12 de marzo de 1806. Sigue hacia las costas venezolanas, con dos goletas fletadas, la Bachus y la Bee, para desembarcar en Ocumare, pero cuando están cerca son rechazados por el fuego de guardacostas, porque las autoridades venezolanas estaban avisadas.

Aunque los expedicionarios responden al fuego, las goletas son apresadas. El Leandro logra escapar y va a Trinidad después de hacer escalas en Grenada y Barbados.

Diez de los prisioneros serán ahorcados el 21 de julio de ese mismo año. Los demás sufrirán prisión por más de diez años. Uno de los ahorcados y descuartizados fue el impresor norteamericano Miles L. Hall (o Hale), quien por tal razón ha sido considerado como «el primer mártir de la imprenta en Venezuela». Miranda no se da por vencido. Ahora está en la isla de Bonaire, donde convoca, a bordo del Leandro, una Junta de Guerra, el 3 de mayo, y decide llegar hasta Trinidad para reorganizarse y reforzar la expedición. En alta mar son interceptados por la corbeta inglesa «Lily» que conduce el Capitán Donald Carmpbell. Miranda es reconocido por su alto prestigio y se le facilitan víveres. Sigue hasta Granada. El 7 de junio desembarcan en Barbados, donde el Almirante Alejandro Cochrane le ofrece el apoyo de las Fuerzas Navales de Inglaterra.

Con el Leandro, una goleta y dos buques de guerra, llega Miranda a Trinidad, el 23 de junio. Allí recibe ayuda de Hislop, Gobernador de la isla. Ahora la expedición ha crecido: la forman el Leandro, la Express, la Attentive, la Provost, la Lily, tres cañoneras y tres buques de transporte. Zarpan Miranda viaja en la Lily con el Capitán Campbell, que comanda los siete buques de guerra ingleses. Ya frente a las costas de Coro, el 1 de agosto, la fragata inglesa Bacchante se agrega a la flota.

Los 11 buques de la escuadra, con sus 300 hombres de desembarco, están ahora fondeados frente a La Vela de Coro. En la madrugada del 3 de agosto de 1806 mientras los buques descargaban su artillería, se precipitaban a tierra Miranda y sus hombres. ¡Hacía 35 años que no pisaba su tierra venezolana! y ese mismo día, al tomar el Fortín de La Vela, colocan en lo alto el Pabellón tricolor. ¡Por primera vez flameaba nuestra Bandera en el territorio nacional! Por la noche, después de asegurarse que La Vela está bien protegida, marcha Miranda con su Ejército a tomar a Coro.

Al llegar a esta ciudad la encuentra prácticamente desierta. La propaganda contra Miranda ha surtido efecto. Sobre todo la del Obispo de Mérida, Santiago Hernández Milanés, que lo pinta como ateo, monstruo, traidor, enemigo de Dios y del Rey. Tanto en La Vela como en Coro, el protolíder va con sus Proclamas por delante. Riega las calles de papeles. El pueblo, fuertemente influido por la prédica de la iglesia y por el santo temor al Rey, le dio la espalda a Miranda. Entonces, prudentemente, ordena la retirada de las tropas a La Vela, y de allí va hacia Aruba, Granada, Barbados y por último a Trinidad, donde se detiene casi un año, con la esperanza siempre viva de recibir nuevos auxilios de Inglaterra. Al no tener respuestas, se va a Londres, donde llega el 1 de enero de 1807, donde continúa haciendo propaganda a favor de la independencia a través de su correspondencia personal y del periódico que ha fundado ese propósito “El Colombiano”.

Esos días se entretiene un rato con su mujer Sara Andrews y sus dos hijos. Por lo pronto, hay que dejar las cosas como están.

En realidad, no se puede hablar de fracaso. Miranda no descansará, seguirá haciendo que la balanza europea no española se incline a favor de la revolución hispanoamericana. En ese tesonero esfuerzo habrán de encontrarlo Bolívar, López Méndez y Bello, en 1810, dado ya el golpe caraqueño. Empieza otro capítulo. En 19 de Julio de 1810, conoció a SIMON BOLIVAR, con quien tuvo largas tertulias en la Logia “Gran Reunión Americana”. Invito el joven caraqueño. El 10 de Octubre de 1810, enrumbar hacia la Guaira a borde del velero “AVON”. 

Bolívar, durante su permanencia en Londres, se empeña en que Miranda vaya a Caracas. Se necesita de su experiencia. Logra entusiasmarlo el futuro Libertador y Miranda se va detrás de los diplomáticos. Se aloja en Caracas en la casa de Simón Bolívar. Participa en la Sociedad Patriótica y luego en el Congreso. Cuando se declara la Independencia, el 5 de Julio de 1811, ya Miranda es la figura central en el ambiente político.


Firma del Acta de la Independencia de Venezuela, en Caracas (bosquejo realizado por el pintor venezolano Martín Tovar y Tovar alrededor de 1875). La declaración de independencia es acordada en Caracas el 5 de julio de 1811 y el acto de firma tiene lugar dos días  después, el día 7 de julio. El artista representa a Miranda en uniforme militar, a la izquierda, con la mano izquierda descansando en el puño de La espada.
Comenzó muy pronto la reacción realista. Fracasa el Marqués del Toro y nombran Generalísimo a Francisco de Miranda, quien de inmediato se hace cargo del ejército. Las tropas no son lo suficientemente disciplinadas como para satisfacer a quien, veterano soldado, ha mandado ejércitos de 100 mil hombres en Francia. Monteverde avanza captando simpatía entre la gente del pueblo. Todo conspira en contra de los patriotas. Un oficial entrega el Castillo de Puerto Cabello. El Comandante de la Plaza es Bolívar. Hay deserciones en el ejército patriota, levantamiento de esclavos en Barlovento, ante estos hechos críticos, El viejo militar prepara la Capitulación con Monteverde, sin consultar a nadie pero es violada por Monteverde poco después. Así se perdió la Primera República.

Ahora empieza el calvario de Miranda. Decide embarcarse en La Guaira, donde varios oficiales patriotas, entre ellos Bolívar, se le presentan para juzgarle por lo que consideran una traición. Miranda se ve perdido. Los oficiales pretenden someterlo a un Consejo de Guerra. Pero la traición llegó primero. Y el propio Comandante de La Guaira (31 de julio de 1812) ahora está al servicio de los realistas y le impide salir en el barco. Miranda queda arrestado y los demás oficiales logran escapar.


 Miranda fue arrestado por un grupo de civiles y militares, entre ellos Simón Bolívar, quienes le reprochaban haber dado ciertas concesiones a los realistas. Fue encarcelado en San Carlos. Después los realistas se apoderaron de Miranda. De allí fue enviado al Castillo de San Felipe, en Puerto Cabello. En junio del mismo año es trasladado a una fortaleza en Puerto Rico (El Morro) y, en 1813, es enviado a España, encarcelándolo en el arsenal de La Carraca, cerca de Cádiz, donde fallece el 14 de julio de 1816.

Miranda en La Carraca, Arturo Michelena; Últimos días de Miranda en prisión, cuadro historicista de 1896: Óleo sobre tela – 196,6 x 245,5 cm. Galería de Arte Nacional, Caracas, Venezuela).
Su nombre pasó a la inmortalidad, como el insigne Precursor de la Independencia de Venezuela y Padre de la Masonería Latinoamericana.

 Hasta el día de hoy, es imposible el reconocimiento de sus restos, ya que al morir fue enterrado en una fosa común en el cementerio del Arsenal de la Carraca y sus restos quedaron perdidos. Mientras tanto, se le es dedicado un cenotafio en el Panteón Nacional de Venezuela, donde también están los de Antonio José de Sucre y Andrés Bello. El monumento, diseñado por el escultor italiano Julio Roversi, está coronado con una escultura del general sobre un pequeño pedestal donde hay una placa en donde se dan las fechas y lugares de nacimiento y muerte. Éste está sobre un mausoleo simbólico decorado con motivos funerarios y con las puertas abiertas. Frente a él hay una sarcófago cuya tapa aparece siendo abierta por un águila, simbolo de poder , la cual es custodiada por una alegoría de la libertad. Debajo de ella hay una placa en donde se lee el siguiente epitafio respecto al paraje de sus restos:

Venezuela llora por el dolor de no haber podido hallar los restos del General Miranda, que han quedado perdidos en la huesa común de la prisión en que espiró este gran mártir de la libertad americana. La República los guardaría con todo el honor que les es debido en este sitio que les ha sido destinado por Decreto del Presidente de ella General Joaquín Crespo, fechado el 22 de enero de 1895.


Las puertas y la tumba parcialmente abierta simbolizan la esperanza de Venezuela de encontrar los restos del prócer, aguardando su llegada. El ideal Mirandino de integración está hoy más vivo que nunca, pues América Latina avanza en diversos espacios políticos, sociales y económicos en su afán de ocupar un lugar justo en el mundo, como tantas veces lo señaló el precursor Francisco de Miranda.

Cenotafio


Monumento al Generalísimo Francisco de Miranda en el Panteón Nacional, Caracas, Venezuela, del Escultor Italiano Julio Roversi, estilo renacentista, Nave Derecha, Sus restos quedaron perdidos en el cementerio del Arsenal de la Carraca, en Cádiz España.

Los archivos de Miranda fueron salvados en un barco inglés en 1812, llevados a Inglaterra. El historiador y diplomático Caracciolo Parra Pérez, apasionado por la vida de Miranda, evidenció devoción por el tema, hasta hacerle seguimiento y encontrar uno de los legados más valiosos de Miranda: su archivo. El conjunto de 62 tomos, empastados por su autor en cuero con letras de oro, y que navegaron por el océano durante meses, y se mantuvieron ajenos a la Historia de Venezuela por un siglo, contienen todas las cartas, negociaciones y reflexiones que hizo el prócer en vida. El documento es revelador: mediante él se puede conocer el pensamiento revolucionario del prócer y sus acciones y preocupaciones sobre el movimiento de la independencia. Parra Pérez no se conforma con haberlo localizado, hace además todas las gestiones necesarias para que el Estado venezolano lo adquiera. Logra su cometido en 1926.

FUENTES CONSULTADAS

BRICEÑO IRAGORRY, Mario. Don Francisco de Miranda, maestro de Libertadores. Trujillo, Ejecutivo del Estado, 1950;

BRITO FIGUEROA, Federico. Miranda, pasión de la libertad americana. Caracas, Universidad Santa María, 1981;

COVA, Jesús Antonio. Francisco de Miranda, el precursor de precursores. Caracas, Imprenta Nacional, 1950;

PARRA PÉREZ, Carracciolo. Historia de la Primera República de Venezuela.Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1992;

POLANCO ALCÁNTARA, Tomás. Francisco de Miranda: ¿Don Juan o Quijote?. Caracas, Ediciones G.E, 1996;

SALCEDO BASTARDO, José Luis. Crisol de americanismo: la casa de Miranda en Londres.Caracas, Lagoven, 1980;

USLAR PIETRI, Arturo y Pedro Grases. Los Libros de Miranda.Caracas, La Casa de Bello, 1979;

USLAR PIETRI, Juan. Miranda y la sonrisa de la guillotina. Caracas, Editorial Ateneo de Caracas, 1979.




                

miércoles, 9 de marzo de 2011

GUAICAIPURO: HÉROE DE LA RESISTENCIA INDÍGENA



A la llegada de los europeos a estas tierras que actualmente conocemos como América (12-octubre-1492), se inicia  el mayor genocidio de la historia mundial, los pueblos originarios, sufrieron de los peores maltratos y violaciones y su gente fue sometida a la servidumbre y explotación.  La crueldad que emplearon los llegados fue despiadada y brutal.  Para el 02 de agosto de 1498,  se encuentran en tierra firme, en suelo que posteriormente se llamaria Venezuela.  Solo quedaba  defenderse del invasor.

Guaicaipuro (n. actualmente Los Teques, Venezuela, alrededor de 1530; m. 1568)pertenecía a la gran  familia Caribe,  una de las tribus originarias de estas tierras y también la más aguerrida  y al igual que otras tribus, mostraron una resistencia implacable contra quienes buscaban someterlos en su propia tierra. Los caballos, perros amaestrados, arcabuces, fuerte vestidura y una gran experiencia en el arte de la guerra no lograron extinguir el grito de libertad que retumbaba en las montañas venezolanas, con flechas y lanzas combatieron con tenacidad, con el grito de guerra: 

"¡Ana Karina rote, aunicon paparoto mantoro itoto manto!"
En castellano:
"¡Solo nosotros somos gente, aquí no hay cobardes ni nadie se rinde"



La mayoría de los trabajos biográficos sobre Guaicaipuro no son confiables. Sin embargo, del Fondo Editorial Ipasme, está la obra El pensamiento revolucionario del cacique Guaicaipuro, del profesor Luis Beltrán Acosta (LBA), la cual recoge las fuentes documentales más ceñidas a la realidad. En este texto, su autor intenta con éxito incursionar en lo sustancial -tal como lo precisa- de los archivos coloniales para así rescatar la imagen de uno de los personajes más emblemáticos de los períodos correspondientes al arribo de los conquistadores a América como de su asentamiento en este territorio.

Se trata de un texto bien escrito, con análisis de las investigaciones sobre el tema ya señalado, que muestra al legendario líder indígena como una entidad de gran valor histórico, social y político, vinculada a su época. De ahí su novedad, ya que para su época -en el contexto de la resistencia indígena- como también para el presente en que se generan cambios que devienen de un proceso orientado hacia el socialismo-, sus planteamientos sirven en la orientación del rumbo de la Venezuela en la que se consolida ese modelo político cuando fracasa el capitalismo.

En la mencionada publicación, LBA alerta que las referencias a las que él tiene acceso son las que atañen a las crónicas de los españoles que, por razones lógicas, no presentan una visión fidedigna del cacique.  Por consiguiente, el escritor va más allá de esas visiones que buscan mantener la dominación cultural de los pueblos indígenas y distorsionan su presencia aquí en América.  Entre los aspectos tratados en la obra de LBA es relevante la religión indígena. Ahí se señala que la resistencia militar de Guaicaipuro residía en la religión, pues arriesgaba la vida para proteger los lugares sagrados y la espiritualidad de los aborígenes, que peligraban por los invasores que, sesgados por su ilimitado afán de riquezas y vanagloria, a su paso, sin piedad, destruían.

Guaicaipuro, de la etnia Pemón, era el Piache de los Piaches, refiere LBA. En este cacique se reunían los dones mayores, resultado de una ardua preparación espiritual que desemboca en habilidades militares, que lo convierten en el mejor estratega de su tiempo al unificar tribus, sin importar las marcadas diferencias lingüísticas, en pro de la defensa de los suyos.  Asimismo, Guaicaipuro fue un profeta que sabía su destino histórico y su misión libertaria, la cual trascendía más allá de su instante hasta acoger el ahora y el futuro de los venezolanos; que con sus acciones nos fortalece la identidad cuando nos oponemos a la imposición de culturas que, lejos de retratar nuestra idiosincrasia, castran la filosofía, las costumbres, la literatura y los valores en general que nos definen como venezolanos.

Luego, en ese entonces, como la religión se vincula a la política, Guaicaipuro, con sus propuestas, concibió un proyecto de gobierno propio para los pueblos aborígenes, tan digno como el ideario de cualquier pensador de origen europeo.  Por todo lo anterior, la lectura de obra de LBA se hace necesaria para enterrar mitos y enaltecer la presencia de uno de los principales hombres del mundo prehispánico.

GUAICAIPURO EL CACIQUE DE HIERRO


Estatua del Cacique Guaicaipuro, Caracas
(Escultura de Julio Cesar Briceño)

Nacido en Caracas aproximadamente en 1530 y guerrero de confianza del gran Cacique Catuche, asume el liderazgo a los 18 años de edad, cuando este cacique muere. 
Cacique de los indios Teques y Caracas, que acaudilló la resistencia a la penetración europea en la zona norcentral de Venezuela durante la década de 1560. La región de Los Teques estaba poblada por muchos indígenas que formaban grupos independientes con sus jefes o caciques propios. El principal de estos grupos era el del cacique Guacaipuro, cuyo asiento era Suruapo o Suruapay, situado en las vecindades del actual San José de los Altos, en la vertiente de la quebrada Paracoto. Aunque la grafía «Guaicaipuro» se ha popularizado, debe tenerse en cuenta que su verdadero nombre era Guacaipuro, y así es mencionado en los documentos coetáneos. 

Baruta era el nombre del hijo mayor de Guacaipuro, y Tiaora y Caycape el nombre de 2 hermanas suyas y se anotan también los nombres de sus 6 hermanos que vivían con él, así como también Pariamanaco, hijo de su hermana Tiaora, y Quetemne, también hija de esta última; se anotan también 6 sobrinos suyos y un nieto. Además de Suruapo o Suruapay como pueblo muy importante de su jurisdicción, figuran 6 caseríos más, cuyos pobladores eran también de su gobierno. Descubiertas unas minas de oro en tierras de los Teques, al comenzar Pedro de Miranda su explotación, fue atacado por Guacaipuro y tuvo que abandonarlas.

El gobernador Pablo Collado nombró a Juan Rodríguez Suárez en sustitución de Miranda, el cual venció a Guacaipuro en varios encuentros y creyendo haber pacificado la región, dejó en las minas unos obreros para trabajarlas con 3 hijos suyos menores de edad. Ausente Juan Rodríguez Suárez, Guacaipuro asaltó las minas mató a todos los trabajadores, incluso a los hijos de Juan Rodríguez Suárez, y tras haber incitado a la rebelión a Paramaconi, cacique de los taramainas, pasó al hato de San Francisco, dio muerte a los pastores, quemó las viviendas y dispersó las reses. Enterado Juan Rodríguez Suárez del desembarco del Tirano Lope de Aguirre, se dirigió hacia Valencia con sólo 6 soldados para combatirlo; en el trayecto, sorprendido por Terepaima y Guacaipuro, fue muerto tras una heroica resistencia. Guacaipuro impulsó entonces un levantamiento de todas las tribus y los caciques Naiguatá, Guaicamacuto, Aramaipuro, Chacao, Baruta, Paramaconi y Chicuramay reconocieron a Guacaipuro por su jefe supremo.


Sabedor Diego de Losada de que Guacaipuro era quien había promovido un frustrado asalto a la recién fundada ciudad de Caracas (1568), ordenó su aprisionamiento; confió este delicado encargo al alcalde Francisco Infante, quien, con indios fieles que conocían el paradero del cacique, salió de Caracas cierta tarde, al ponerse el sol, con 80 hombres. A la media noche llegaron al alto de una fila, en cuya falda estaba el pueblo de Suruapo donde Guacaipuro tenía su vivienda; Infante con 25 hombres se quedó allí para proteger la retaguardia y retirada en caso de una derrota, mientras Sancho del Villar con los demás bajaba a ejecutar la prisión del indio. Conducidos por los guías llegaron a la puerta del inmenso bohío o caney de Guacaipuro los 5 primeros que formaban la delantera, pero como acababan de ser descubiertos, con sus armas en las manos, esperaban la llegada de los compañeros y fue entonces cuando intentaron franquear la entrada, pero Guacaipuro, que manejaba la espada que había sido de Juan Rodríguez Suárez, hirió a cuantos intentaron entrar.

A los gritos de la pelea, se alborotó el pueblo y todos acudieron a defender a su cacique, pero nada podían contra los filos de las espadas; y los lamentos y gritos de las mujeres y niños, en la noche oscura, aumentaban la confusión general. Viendo los españoles la imposibilidad de rendir al cacique, resolvieron quemar el gran bohío o caney en el cual estaba guarecido. Como su techo era de paja y madera, arrojaron una bomba de fuego sobre el tejado, que comenzó a arder vorazmente. Viéndose en trance de perecer, Guacaipuro saltó fuera, dando estocadas a diestra y siniestra contra los asaltantes, pero todo fue en vano pues las espadas de éstos lo dejaron muy pronto muerto en el suelo; la misma suerte tuvo sus acompañantes.

Los restos de Guaicaipuro fueron trasladados al Panteón Nacional de manera simbólica, el 8 de diciembre de 2001, asignándole un espacio junto a los próceres de Venezuela, encabezados por Simón Bolívar, el Libertador.  En honor a esta fecha, el 8 de diciembre fue declarado “Día Nacional de Guaicaipuro y de los Caciques de la resistencia”.

Otros Caciques héroes que resistieron:

Arichuna: Cacique de los Jiraharas; ubicados en la zona que hoy es el estado Lara y parte de Yaracuy.
Baruta: Hijo mayor del cacique Guaicaipuro. Cuando muere su padre recibe el penacho de plumas que lo consolida como jefe de las tribus los Teques y los Caracas. En el año 1620, el gobernador Francisco de la Hoz Berríos constituyó en su honor, una parroquia con el nombre de San Francisco de Paula de Baruta.

Catia: Cacique del territorio ubicado desde la fila que ocupaban los Mariches y toda la serranía que circunda a Caracas hasta el litoral. Murió en los Teques en 1568, luchando contra las tropas de Diego de Losada.

Caruao: Perteneció al grupo de los Araucas, de los Caribes o de los Maquiritares, estos grupos eran originarios de la cuenca del río Orinoco; que a su vez procedían  de la Región Amazónica. Se le llamó Caruao, que significa "Dios señor del agua", ya que se le considera el precursor de la ingeniería hidráulica en la tierra venezolana. Fue el primero en regular el movimiento de las aguas y evitar las inundaciones que se producían por las grandes lluvias. Esto lo llevo a convertirse en un ser mítico y poderoso; por lo que su prestigio era muy grande entre los habitantes de la región.

Chacao: Gobernaba la región que hoy lleva su nombre, pero su dominio llegaba hasta la región de Los Teques. Jefe de la raza caribe. Su tribu estaba asentada a las faldas del Ávila. Por su figura atlética se le apodo como el "Hércules americano". Murió en el año 1569 a consecuencia de las heridas ocasionadas por un soldado de un capitán español llamado Catario, con quienes se trabó en una fiera lucha para rescatar a dos niños de su tribu que le habían robado a su madre mientras dormía. 

Guacamayo: Era a su vez Cacique y Piache de la tribu de los Tacariguas. Vivió en las cercanías de la laguna de Tacarigua. Según dice la leyenda, acudía a las batallas luciendo un vistoso penacho de plumas multicolores que le proporcionaban sus fieles amigos; una bandada de guacamayas amaestradas; las cuales le acompañaban en sus actividades favoritas: La caza, la pesca y la reflexión.

Guaicamacuare: Miembro de la familia de los Caribes, que se extendió por la costa y la serranía central. Jefe y conductor de su pueblo y además, gran Piache, sacerdote responsable de los destinos mágicos y sobrenaturales de su pueblo. De porte imponente, tenía la legendaria virtud de leer los pensamientos de sus semejantes. Sus conjuros y hechizos eran temidos. Fue e primer Piache que fabricó ídolos de barro. Francisco Fajardo utilizó sus servicios, de buscador de tesoros, hacia el año 1559, para encontrar riquezas en nuestro territorio.

Manaure: Gran cacique de la tribu de los Caquetíos, de la costa de Coro. Se presentó ante el capitán español Ampíes, haciéndose conducir en una hamaca acompañado de otros jefes subalternos suyo. Murió luchando en la batalla de El Tocuyo donde derrotó al capitán Vargas.

Mara: Caudillo de una vasta región occidental que se extendía desde las orillas del lago Maracaibo y el río Magdalena, en el limite de lo que es hoy Cartagena, en Colombia. Sometió a la mayoría de las tribus de esta región y con ellas hizo frente al conquistador español.  A su personalidad la leyenda le atribuye matices fantásticos, ya que se consideraba como una especie de semi - dios pues tal era la fama de su grandiosa riqueza y poderío.

Maracay: Dominaba la extensión que hoy ocupa el estado Aragua y parte de otros estados colindantes. Jefe indiscutible de los indios Araguas.

Murachi: Cacique mocotíe, ocupaba la actual región de la sierra merideña. Murió luchando contra el español invasor, en 1560.

Naiguatá: Era de la familia de los Caribes y ejercía su dominio a lo largo de la zona costera que partía del río Anare hasta las costas Anzoatiguenses, de lo que hoy día es Puerto la Cruz.

Paramaconi: Gobernaba la zona centro norte costera del país; de origen Cumanagoto, era el líder de los de los Toromaínas.

Tamanaco: Cacique de los indios Mariches y Quiriquires. Surge como líder a la muerte de Guaicaipuro. Con otras tribus como los Arawacos, Teques, Cumanagotos, salió hacia la ciudad de Santiago de León de Caracas, donde estaban acantonadas la mayoría de las tropas de los conquistadores. Después de una lucha cruel y desigual, en la que muere el capitán Hernando de la Cerda, la batalla se decidió a favor de los españoles. Es la llamada batalla del Guaire. Tamanaco fue tomado como rehén, y condenado a muerte en duelo con un mastín (perro amaestrado para la caza de hombres). Murió en el año de 1573 destrozado a dentelladas y con la garganta partida.


Terepaima: Su dominio alcanzaba el Tuy, San Pedro, Mariches y lo que hoy día es el estado Mirada, Aragua y parte de Carabobo, Cojedes y Lara. Jefe de los Meregotos y Anaucos. Murió a mediados de 1570.

VIDEOS VIDA DE GUAICAIPURO




FUENTES CONSULTADAS

-NECTARIO MARIA, Hermano. El cacique Guacaipuro. Caracas, Universidad Católica Andrés Bello, 1975

-NECTARIO MARIA, Hermano. Los indios Teques y el cacique Guacaipuro. Caracas, Universidad Católica Andrés Bello, 1971;

-PAREJO, Antonio. Guacaipuro: novela histórica, episodio de la guerra de la conquista 1559 a 1573. Caracas, Alfred Rothe, 1885.

-Ministerio del Poder Popular para la Cultura, a través de la Fundación Celarg: foro titulado Guaicaipuro y la resistencia indígena latinoamericanaOrganizado por la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho (Fundayacucho).