domingo, 10 de octubre de 2010

PEDRO PÉREZ DELGADO, “MAISANTA”



Para reconocer nuestra identidad, debemos escudriñar un poco más en la historia de nuestro  país y desandando la llanura, nos encontramos a Pedro Pérez Delgado, que de tanto usar la palabra en su continuo hablar, ¡Mai Santa!, popularmente así, se hubo de quedar.




Nació en San Fernando de Ospino, ese fue el nombre definitivo que se le dio al pueblo en 1713 y que hoy pertenece al estado Portuguesa. Pasaba cerca el río Ospino, que venía bajando de las montañas del norte donde están los fríos pueblitos larenses de Cubiro y Sanare. Los llanos Portugueseños, las tierras de la hazaña y la leyenda es el entorno en el cual crecería Pedro Pérez. Al lado del ganado, cruzando ríos y lidiando aguas arriba y aguas abajo en el bongo, comerciando con lo que viniera, entre parrandas de arpa, cuatro y maraca, aprendió a tener una puntería certera, casi envidiable; a manejar con rapidez el cuchillo y el machete, y a conocer de brebajes y ramas, todo lo que necesitaba para vivir la recia vida del llanero.

Su formación fue básica y bastó para saber leer y firmar. Y su magia refranera no pudo haber sido legada por otro contexto que por el mismo llano, de donde nace la poesía improvisada. Su colección de dichos populares y propios era sorprendente. “El fundamental de ellos fue el recuerdo permanente de doña Bárbara con lo de ¡Mai Santa!, la muletilla que se convirtió en un cognomento: Maisanta. Y una figura sostenida en el tiempo. También usaba otra expresión, variante de la anterior: “¡Hay Madres… que dejan a sus hijos por irse para la sarrapia!” dicho muy rápidamente” (Botello, 2005:17) Su padre, el viejo coronel Pedro Pérez, fue aparentemente jefe en la Federación y en las insurrecciones que sobrevinieron.

Contrajo nupcias a fines de la década del setenta del siglo XIX con una mujer distinguida de Ospino, Bárbara Delgado, con la que tuvo sólo dos hijos, Petra Pérez en 1878 y Pedro Pérez Delgado, el “Maisanta”, en 1880. Se cuenta que Pedro Pérez Delgado vivió sus primeros años en Ospino. Luego, después de la muerte del padre y posteriormente de la madre, turbada por la tragedia, se va para Sabaneta, en Barinas a fines de siglo. Poco podía hacer Petra, su hermana mayor sólo por dos años. Su juventud fue poco atendida. Apenas a los 18 años se une a los nacionalistas en el levantamiento de José Manuel "El Mocho Hernández" en Queipa, estado Cojedes, protestando ante las irregularidades de unas elecciones, motín dirigido por el general Alfredo Franco.“Cuando el general José Manuel Hernández, El Mocho Hernández, fue hecho preso en El Hacha, por el también General Ramón Guerra, en 1898, la figura pálida y barbuda del insurrecto, amarrado con nudo de preso con los brazos a la espalda, montado en mulo viejo y entre dos filas de oficiales, parecía más bien el jefe, porque las mujeres de Valencia lo vitoreaban desde las puertas y balcones de casa por donde pasaba.

General José Manuel Hernández, "El Mocho Hernández"

Las cocineras sacaban su retrato como si fuera el de un santo y hasta flores le lanzaron cuando el grupo se acercaba.

Ese día, Pedro Pérez Delgado supo lo que era la popularidad y el carisma de un caudillo que, preso y amarrado, vencido y humillado, se llevaba los aplausos para rabia de sus captores. (Tomado de Tapia, José León: Maisanta: el último hombre a caballo) (Wanloxten, 1992:3).

En 1900 se traslada a Las Tasajeras, en el Hato La Marqueseña, cerca de Barinas. Allí convive con una mujer cuyo nombre se perdió en el tiempo. Mientras tanto hace vida militar y va ascendiendo de rango al mismo tiempo que participa en diversos hechos de armas, entre ellos, el combate de la Mata Carmelera donde cae moribundo el general Joaquín Crespo. Derrotada la revolución, retorna brevemente a un estado de paz, para luego formar parte de las columnas revolucionarias libertadoras contra el gobierno del general Cipriano Castro. Vencidas nuevamente las intenciones, busca la tranquilidad pueblerina y se establece en Sabaneta entre 1906 y 1907. En la calle Real, la misma donde se ubicaba su casa, la Iglesia y la casa parroquial, monta una carnicería. En esos años trabaja, parrandea, coquetea, mata en defensa del honor. Sangrientas borracheras y problemas con las autoridades barineses reflejaban su impetuoso carácter. Entre tanto, conversaciones con el joven maestro barinés, Elías Cordero Uzcategui, llegado a Sabaneta en 1905, lo nutren profundamente.

 General Joaquín Crespo Presidente de Venezuela entre (1884-1886) y (1892-1898) Foto de Federico Lessmann


En 1907 parte con su buen amigo y protector, general Juan José Briceño, hacia los lados de Calabozo en el estado Guárico, para formar parte de esa guarnición, aspirando, lógicamente, al título de coronel ganado en las guerras de fin de siglo con los Nacionalistas mocheros. En 1908, el General Cipriano Castro se marcha a Europa para practicarse una operación en el riñón que lo tenía ya destrozado. Lo suple el General Juan Vicente Gómez. “De aquí me sacará la muerte y la muerte es cosa de Dios y no de los hombres” dijo en 1913 cuando asumió constitucionalmente la jefatura del Estado” (Botello, 2005:21). El 18 de diciembre de 1908, cae herido de muerte el General Briceño por las tropas del Dr. Luciano Mendible en el asalto al cuartel. Después de este hecho, “Maisanta” decide trasladarse a Villa de Cura donde trabaja como comerciante y arriero. Su incontenible impotencia se desborda, tal vez producto de su carácter, mezclado con visiones de injusticias y desafueros, al punto que debe marcharse por un altercado que deja varios heridos.

Cipriano Castro y Gabinete

El siguiente año lo transcurre radicado en San Fernando de Apure dedicándose al comercio. Pasan así cuatro años más. Se asocia laboralmente con Don José M. Pimentel. Un incidente con el administrador municipal de San Fernando por cargarle una multa incita a “Maisanta” a asegurar que tomará las armas otra vez. Cumpliendo lo apalabrado, el mes de abril de 1914 se une al ejército gubernamental en San Fernando de Apure, recomendado por el General José Rafael Núñez, presidente de ese Estado. El 3 de junio con grado de Coronel, sale a suprimir una rebelión guerrillera en el Alto Apure a bordo del “Masparro”, un barco de vapor del que se apodera al día siguiente, apresando a varios funcionarios oficiales. Su idea era tomar sorpresivamente la ciudad de San Fernando, pero al fracasar el intento por la delatora voz de Silvestre Castellanos, se refugia en el Oeste desplazándose en ese vapor. El alto mando militar da la orden de captura, y se inicia su persecución el 10 de junio. El 11 invade y toma el Puerto de la ciudad de Nutrias. Después se va a Elorza y de allí pasa a El Viento, en Colombia.



En enero de 1915, “Maisanta” da muerte a dos hombres del gobierno que lo buscan para asesinarlo. Ya no hay vuelta atrás. Las circunstancias lo ponen en Jaque. Ahora más que nunca se opone al poder desmedido, las imposiciones y la politiquería. Se muda al Arauca colombiano y permanece ahí hasta el año siguiente, el 2 de abril de 1916, asalta a El Viento (Colombia) y a Elorza (Venezuela) junto a Baudilio Escalona. En estratégicos movimientos militares, Pérez Delgado y su comitiva dormían de noche en las sabanas de El Clarito y de día comían en Elorza, donde mantenían un gobierno de facto. Durante un tiempo fue protegido del General Tinaquillero Alfredo Franco, el que se cuenta fue su iniciador marcial, y quien lo mantuvo en su hato araucano como caporal de sabana, de incógnito, mientras desesperadamente era buscado por el país vecino.

En 1916, el General Pedro Pérez Delgado, a quien llamaban Maisanta, era solicitado por el gobierno venezolano; exigían su extradición desde Colombia, donde se encontraba refugiado; el Juez Penal del Estado Apure le instruyó un expediente por la presunta comisión del delito de homicidio y de acuerdo a las características físicas visibles y algunos datos que conocían de él, se expresaban sus datos en la requisitoria librada: “Estatura alta, delgada, color blanco catire, ojos verdes, cara lampiña, de bigotes ralos, pelo castaño ensortijado” Si. Era un catire alto a quien llamaban “El Americano”, porque parecía un musiú. Lo blanco le venía por los Delgado, gente antigua en Guanare y Ospino. El padre era más oscuro y pelo malo.” (Botello, 2005:15).

En mayo capturan a Pedro Pérez Delgado y Baudilio Escalona en las sabanas de Arauca en una misión dirigida por el General Vicencio Pérez Soto, “…el hombre más útil para el régimen en el llano apureño en esos tiempos de guerrillas…” (Botello, 2005:8); disponiéndose a acabar y dispersar la partida de “Maisanta”. Mientras se concretan las diligencias para extraditarlo a territorio venezolano, permanece primero en Santa Rosa de Viterbo (Boyacá, Colombia) y luego, tras un intento de fuga, termina 33 meses en el Panóptico de Tunja, prisión de máxima seguridad y de deplorables condiciones.

En diciembre de 1918 lo dejan libre. Y exactamente un año después, invade el hato “Mata de Piña” del General Luis Felipe Nieto, en tierras colombianas. En vísperas de navidad toma nuevamente a la ciudad de Elorza junto a Baudilio Escalona y a unos 25 hombres. En Elorza el corazón de “Maisanta” palpitaba, su sístole y diástole se escuchaban ya por todo el territorio nacional. Era el amigo de los desamparados, luchador por los derechos de los más pobres, hombre embraguetado que no se dejó timar por los vampiros del norte, ni su sangre, ni su integridad, ni su memoria.

Se incorpora al Doctor Roberto Vargas y a las fuerzas anti gomecistas del General Emilio Arévalo Cedeño en Puerto Carreño (Colombia), en abril de 1921. Es designado comandante de uno de los batallones y durante todo ese año se mantuvo activo en contra del régimen. Se llevan a cabo las tomas de Caicara del Orinoco, Cabruta, Guasdualito, en Apure y un exitoso combate en La Ceniza, a orillas del Capanaparo. Se vuelve a Arauca “Maisanta” desilusionado por disputas internas entre jefes. Es entonces cuando el presidente de Apure, Hernán Febres Cordero, garantiza su regreso al llano y se asocian en la compra-venta de ganado. Se marca un cambio de rumbo en la vida de Pérez Delgado, ahora, del lado del gobierno, persigue a su otrora compañero Arévalo Cedeño en el Alto Apure.

Un hombre como “Maisanta”, con carisma, gracia, elegancia y vigor, será siempre perseguido por la envidia de otros hombres, por la traición y la trampa. Así lo sintió dentro de las tropas anti gomecistas, y no se salvaría dentro de las gubernamentales.

En mayo del 21 cumple una misión oficial de abastecimiento, almacenando ganado en el Bajo Apure. Simultáneamente ocurría una invasión anti gubernamental en San Fernando. En bien llegó de la labor, sorprendióse “Maisanta” al ser detenido por orden del presidente del estado, en su despacho, por supuesta complicidad con las fuerzas opositoras, al mando del General Waldino Arriaga Perdomo, protagonistas de la reciente toma a San Fernando. Por más esfuerzos que hizo para explicar que tal confusión fue causada por chismes desproporcionados, el guerrero es encarcelado, incomunicado y condenado a llevar pesados grilletes -Que no se sabe cómo, se los quitaban los del Castillo para descansar-, orden exclusiva del caudillo de La Mulera. Al tiempo es trasladado a la Prisión del Castillo Libertador en Puerto Cabello junto a su hijo Ramón Márquez. En el Castillo se agudiza el problema de su vista y sufre constantes asfixias al comenzar a fallarle el corazón.

Su hermana Petra se presentaba siempre por esa carretera donde decían que iba a pasar el General Gómez. “Se llevaba ramos de flores y dentro de ellos papelitos en los que escribía: “General deme a mi hermano” (Wanloxten, 1992:19). Cada oportunidad que tenía le hacía le misma petición. El General le respondía que al joven Ramón (hijo de Pedro Pérez, criado por Petra) si se lo daba, pero al viejo no. Después de tanto insistir, un buen día le dice Gómez que se lo daría de aguinaldo, pero el tiempo no perdonó, y la muerte le llegó antes.


General Juan Vicente Gómez

El 8 de Noviembre de 1924, a la hora del crepúsculo, muere a los 44 años Pedro Pérez Delgado de un sincope cardíaco, y no de ingerir vidrio molido como se creyó en algún momento. Poco después que los carceleros cerraran la puerta de los calabozos, viene Pedro Pérez pálido, con la mano derecha en el pecho. La izquierda reposaba sobre su escapulario de la Virgen del Carmen que le enviara Rosarito con su hermana Petra.

Como contara Oldman Botello en la historia documentada del legendario “Maisanta”:


 “Allí cayó, entre sus amigos Juan Carabaño y el capitán Eduardo D’ Suze, Un infarto fulminante le quitó la vida al gran guerrillero. Al sabanero insigne. Sus amigos, al percatarse que no tenía colocados los grillos se los calzaron nuevamente y comenzaron a gritar a los carceleros. “Lo sacarán por la mañana”, respondieron desde la garita” (Botello, 2005:221).

Fue velado toda la noche por sus compañeros de celda. A la mañana siguiente es envuelto en una sabana y conducido en carreta hasta el cementerio de Campo Alegre en Puerto Cabello donde era la orden sepultarlo inmediatamente. El 9 de noviembre “…una carreta de mula cansina llegó con su carga de muerte al viejo cementerio del siglo XIX, se fue derecho al lugar nombrado El Olvido, exclusivo de los presos provenientes del Castillo. Allí se le depositó, junto con decenas de presos anónimos (…). Culminaba un destino, pero empezaba una leyenda que ya lo era en vida” (Botello, 2005:221-223). Ana Isabel Domínguez de Lombano, su hija, rememora el momento diciendo:

“No nos lo dejaron ver. Cuando nos enteramos fuimos a Puerto Cabello y ya lo habían enterrado (…) Ramón tuvo la oportunidad de estar en el cortejo. Lo llevaban en una carreta. Allí iba la urna y Ramón se le empató atrás, hasta afuera del cementerio, en la parte de atrás, donde enterraban a los políticos muertos (…) Yo llegué a ver el sitio, con una gran reja de hierro, una cerca de alambre. Allí enterraron a mi papá y mi Tía Petra le mandó a hacer un trabajo, pero las tumbas se perdieron porque eso lo demolieron (Wanloxten, 1992:20).
Su lápida se pierde para siempre cuando dicho cementerio es clausurado y eliminado en la década de 1970, más su espíritu y su memoria siguen intactos de boca en boca en las gentes que lo conocieron y en las que no, flotando por todos los infinitos rincones del llano central y occidental venezolano y todo el territorio nacional.

Es importante tomar en consideración, que Pedro Pérez Delgado “Maisanta”, le tocó vivir la decadencia del caudillismo y la formación de un ejército nacional como desde hacía mucho tiempo no se ensamblaba en Venezuela. A una real y fuerte estructura debieron enfrentarse estos pequeños grupos de valientes hombres. “Es de admirar el coraje de que hicieron gala esos compatriotas por lo desproporcionado de la lucha, el desprecio con que se jugaban la vida en medio de las más duras condiciones de una naturaleza hostil que a la vez les servía de cobijo…”(Tapia,1976:9).

Era un hombre de carne y hueso “Maisanta”, tierno con los niños, desprendido en lo material, con “el chiste y la chanza a flor de labios” (Botello, 2005:11). Como todo ser humano contenía su lado lóbrego, sus debilidades, sus ambiciones, pero nunca fue el personaje que tanto los boletines como la prensa oficial se empeñaron en difundir: un ladrón de ganado, un hombre peligroso y carnicero matón a mansalva. Muy al estilo de las tradicionales conductas mas media de la actualidad. Los muertos que se le achacaban, eran los mismos que perecían en los combates. Luchaban contra “…un régimen que no daba tregua; el mismo que pagaba espías para vigilar sus pasos; sobornaba a autoridades colombianas; amenazaba a dueños de hatos y al peonaje para obligarlos a informar el paradero de los enemigos escondidos en cualquier mata o “plan de caño seco…” (Botello, 2005:13).


Como dice el Doctor Tapia en El último hombre a caballo:

“Maisanta fue algo así como un último caudillo popular que levantaba multitudes para una revolución, cuyo sentido el mismo no lo pudo precisar con claridad. Pero “Maisanta” poseía carisma y simpatía suficientes para que sin ser un jefe de mando y con éxito entre los otros jefes de la revolución anti gomecista, lograra calar profundamente en el alma simple de la gente, hasta el punto de que se le recuerda mucho más que a todos los otros autores de aquellos sucesos” (Tapia, 1976:29)

                                                            Descendencia

Pedro Pérez Delgado, tuvo una fuerte conexión familiar en Villa de Cura, a causa de una hija suya, Ana Isabel, y su madre Rosarito, de todos sus amores el preferido, al punto de que poco falto para casarse y radicarse en el lugar. Asimismo tenía lazos familiares en Ospino, Sabaneta, San Fernando de Apure, Camaguán, Guasdualito, Nutrias y Elorza. Su primogénito se tiene conocimiento que fue Ramón Márquez, nacido de M. Márquez en Ospino en 1900, el hijo que acompaño a su padre desde muy joven en sus andanzas, padeciendo juntos hambre, frío, miedo, prisión. Luego conoció a Claudina Infante, en Sabaneta, de cuya unión brotaron dos hijos: Pedro (1903) y Rafael Infante (1904); “cara larga y nariz recta, con los ojos color guarapo, para reconocerlos siempre como los hijos de Maisanta, dice José León Tapia” (Botello, 2005:16). Luego nace José Ramón Flores, hijo de Rosa Flores en El Rastro, estado Guárico hacia 1908 o 1909. Ana Isabel Domínguez nace el 2 de julio de 1913 en Villa de cura, su madre fue Rosarito Domínguez, la preferida de “Maisanta”, según cuentan. Tuvo dos hijas más de las que muy poca información se tiene; ellas son Elvira Singer y Eliana N. N.

De la segunda generación de Rafael Infante de Sabaneta, se sabe que se casó con Benita Frías, y fueron sus hijos, Elena Frías (1935), y Edilia Frías (1937). Elena se casa a su vez con el profesor Hugo de los Reyes Chávez en 1952, naciendo en 1953 Adán Chávez Frías, y el 28 de julio de 1954 Hugo Chávez Frías, teniente coronel de Ejército con especialidad en blindados, actual Presidente de la República Bolivariana. Luego vinieron Narciso, Aníbal, Argenis, Enzo y Adelis Chávez Frías.



Llanero alzao, canto silencio en canto el guerrillero va delante cantando, rumbo de asombros los 40 caballos cabalga al frente Pedro Pérez Delgado, unos lo llaman Maisanta y otros el americano, no hay quien le pique adelante no hay quien le aguante la carga, no hay guerrillero en los llanos que le eche la concha al agua.



Andrés Eloy Blanco



             Por ahí anda suelto el nieto de Maisanta


FUENTE BIBLIOGRáFICA

BOTELLO, Oldman (2005) Historia documentada del legendario Pedro Pérez Delgado. Maisanta. Ediciones El Centauro. Caracas / Venezuela.

TAPIA, José León (1976) Maisanta, El último hombre a caballo. Ediciones Centauro. Caracas / Venezuela.

WANLOXTEN, Gustavo (1992) Maisanta en caballo de hierro. Fuentes Editores. Caracas / Venezuela.





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